El cambio climático multiplica enfermedades
Muchas de las principales enfermedades que matan a los niños y niñas en el mundo (como la malaria, la diarrea y la desnutrición) son sensibles a las condiciones climáticas, como las inundaciones y los cambios de temperatura.
De hecho, los insectos portadores de enfermedades como la malaria, el dengue y la enfermedad de Lyme pueden reproducirse en zonas donde antes no podían hacerlo. Los charcos de agua estancada que dejan las inundaciones y los ciclones se convierten en caldo de cultivo para los mosquitos y las garrapatas, que ahora se encuentran en muchos países del norte que solían ser demasiado fríos para su reproducción.
Además, los factores que intervienen en el cambio climático (como las emisiones generadas por vehículos y fábricas) perjudican considerablemente la salud de los niños, niñas adolescentes y jóvenes.
Por ejemplo, se espera que las muertes por asma, que es la enfermedad crónica más común entre los niños, aumenten drásticamente a menos que se tomen medidas urgentes.